viernes, 30 de septiembre de 2011

Los Vengadores - Las Guerras Asgardianas

Actualmente lo último que necesita el universo Marvel es un revulsivo, pues lleva muchos años enlazando historias que son consecuencias de otras de una manera muy dispar. Con esto, estamos hablando de los crossovers, que tantas alegrías y penas nos han dado por igual. Uno de los más importantes que ha editado la Casa de las Ideas desde que comenzó su andadura allá por los años sesenta, fue Civil War, una miniserie en la cual Iron Man y el Capitán América se enfrentaron para defender sus propios ideales y puntos de vista sobre lo que se conoce como el Acta de Registro de Superhumanos. Mucho ha llovido desde entonces, y Norman Osborn incluso ha llegado a estar en la posición en la que se mantuvo durante tantos años Nick Furia, aunque con HAMMER en lugar de SHIELD. Ahora que todo eso ha acabado, ahora que la "trinidad Vengadora" vuelve a reunirse de nuevo tras varias resurrecciones y regresos, es hora de tratar viejas heridas y rencillas personales. 

Es algo necesario cuando clonas a un amigo o propicias su asesinato en la escalinata de los juzgados. Rogers, Stark y Odinson, los tres grandes superhéroes del grupo más poderoso de la Tierra, según Marvel, no están muy orgullosos de su pasado reciente, ni tan siquiera parecen dispuestos a dejar los rencores de lado tan fácilmente. Esta miniserie nace por la necesidad de volver a juntar a estos personajes, para explorar la amistad que tenían antaño y para que no queden forzadas sus posiciones en los diversos grupos de Vengadores que existen en la actualidad. Bendis, hombre orquesta que sirve para todo, es el encargado de escribir la reconciliación. ¿Y qué mejor manera de hacer que los protagonistas se vuelvan a llevar bien que con una aventurilla clásica en un lugar inhóspito y mortal? 

Así es como comienza la historia, con los tres discutiendo, poco dispuestos a dejarlo todo atrás, siendo transportados accidentalmente a lo que parece uno de los mundos de Asgard. Su emplazamiento lo descubrimos sobre la marcha, pero la villana principal se deja ver pronto: la mismísima Hela, en compañía de la Encantadora. El guionista aprovecha todo aquello que realizó Straczynski en la serie regular de Thor para poner en actualidad el status quo de varios personajes afines al dios asgardiano del martillo. Con ello, el escritor muestra varios homenajes a elementos provenientes de la magnífica etapa de Walter Simonson en la serie del hijo de Odín sin complicarse demasiado, con una trama lineal bastante simple, a ratos simpática, en donde curiosamente hay pocos diálogos y mucha acción, cosa poco habitual en Bendis. Quizá porque prefirió dar cancha al magnífico artista que tenemos la suerte de disfrutar: Alan Davis, quien realiza varias páginas para enmarcar y caracteriza a los personajes a la perfección. Por él no podemos tener ninguna queja, pero el guión podría haber sido bastante mejor, ya que como mucho es correcto y no logra brillar como podría, desaprovechando una premisa como esta. Es como si el guionista se mostrara algo desganado. 

Pese a todo, no es una mala lectura para pasar una buena hora de diversión, ya que al menos es una saga que se lee con agrado y ligereza. Aunque no logre transmitir gran cosa y su final resulte muy abrupto y anticlimático. Bendis es capaz de mucho más y se nota.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Los Soprano Temporada Cinco

En la primera temporada hablé de la mitología que existe alrededor de la mafia italoamericana y de cómo debía la familia Soprano competir con otras más populares reflejadas con sobriedad y elegancia por directores como Scorsese o Coppola en la gran pantalla. En la segunda destacaba ante todo la llegada de nuevos secundarios que hicieron tambalear el status quo levemente, reafirmando el tono costumbrista y sórdido de la serie, demostrando que pertenecer a la familia no es garantía de inmunidad. Esto se concreta aún más en una tercera temporada donde destaca sobre todo la hipocresía de los adultos, siempre dispuestos a criticar y juzgar a sus semejantes por mucho que ellos cometan los mismos errores sin justificación alguna. En la cuarta, y anterior a esta que nos ocupa, lo que parecía inalterable de repente se resquebraja. Los cimientos de la familia de Tony están deteriorados, en parte por su comportamiento, en parte porque el mundo exterior es demasiado hostil como para bajar la guardia. Todos estos elementos, en realidad, pueden verse en todas las temporadas, solo que en mayor o menor medida. Como también ha sido habitual mostrar el desencanto de ser el jefe de la mafia, tema que no había brillado con tanta fuerza como en esta ocasión. Resulta muy significativo que Carmela Soprano, en sus citas cinéfilas con sus amigas, ponga en vídeo una película como Ciudadano Kane

Esa sería la idea principal, comprobar cómo ser el jefe absoluto de una mafia poderosa de la ciudad no te hace necesariamente feliz. Tony lo tiene todo, y lo ha llevado bastante bien hasta ahora. Incluso parece que todo va a mejorar, con la llegada de Tony Blundetto (interpretado por el más que convincente Steve Buscemi), su primo hermano más querido, que resulta enormemente significativo para el desarrollo de la trama. Y es que la serie tiene una estructura sutil, pero muy curiosa: suele comenzar las temporadas con algún nuevo mafioso que estaba desaparecido para tratar algún tema interesante relacionado con él y mover un poco las fichas del tablero. En la segunda fue Richie y su comportamiento con respecto a las viejas costumbres, en la tercera tuvimos a Jackie Jr. como el joven que quiso hacerse un hueco en los negocios sin conseguirlo, y en la cuarta, aunque apareció antes, fue Ralph Cifaretto quien tuvo la voz cantante. Uno diría que una fórmula como esta sería algo repetitiva, pero está tan bien aprovechada que nunca deja de sorprender. Además, la forma en que Blundetto se integra en lo más profundo del intrincado mundo, tanto personal como en cuestiones de negocios, de Tony Soprano es realmente sobresaliente, aportando matices nunca vistos y descubriendo nuevas revelaciones respecto a su compleja personalidad. 

Nunca un secundario ha parecido estar siempre ahí de la manera en que lo hace el genialísimo personaje de Buscemi. Cuando dije que el de Joe Pantoliano parecía dar esa misma impresión, no era consciente de lo muy pequeño que se quedaría en este aspecto comparado con el recién aparecido familiar de Tony. No es solo que Buscemi haga un papel excelente, no es que tenga una personalidad interesante y especial, es que él solo podría llevar todo el protagonismo sin problemas. Así de rompedor resulta Blundetto, sin él simplemente no habría habido una temporada como esta, con más problemas que nunca tanto en los conflictos familiares como en los negocios, con un Johnny Sack más implacable que nunca. Lo que nos lleva de nuevo al tema principal: el desencanto de ser el jefe de una mafia poderosa. El patriarca de los Soprano está experimentado el peor momento de su vida, y pese a todo hay ramalazos de felicidad que resultan demasiado breves. Ese contraste hace que el espectador se alegre cuando los personajes de la familia lo hacen y se apene aún más cuando ocurre lo peor. La implicación emocional es mayor, lo cual resulta muy curioso cuando tenemos en cuenta que son todos una panda de asesinos sin escrúpulos que matarían incluso a sus mejores amigos si el jefe así lo pide. Pero desde el principio, ha sido esa la mayor virtud de Los Soprano, solo que en esta temporada es más evidente que nunca. 

Una temporada simplemente brillante. Una obra maestra en 13 episodios que cuentan más de lo que parece a simple vista y no aburren en absoluto. Es sorprendente cómo consiguen que lo de siempre parezca nuevo y que lo nuevo parezca viejo. Costumbrista, cruda, deprimente, interesante... y un perfecto retrato de lo que debe ser realmente la mafia italoamericana. Irrepetible.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Arrietty y el mundo de los diminutos

El estudio Ghibli nos ha ofrecido ya un gran número de grandes películas de animación tradicional que cualquier novedad es prácticamente garantía de calidad. Ya se ha dicho por activa y por pasiva que es la Disney oriental, pero lo cierto es que ambos estudios mantienen pocos puntos en común, siendo uno de los pocos el que su mayor pretensión sea dirigirse a los más pequeños de la casa para meterlos de lleno en un mundo de fantasía, sin olvidar tampoco a los mayores que se presten a seguir siendo soñadores. Pero por lo demás, la factoría japonesa tiene un sello propio muy característico, propiciado por el genial Hayao Miyazaki, creador de historias tan memorables como Mi vecino Totoro o El Viaje de Chihiro, entre muchas otras, que destacan por ofrecer mundos repletos de moraleja y una gran carga simbólica. El director, también dibujante de manga, posee una personalidad propia que transmite en sus películas, un sentimiento anti-bélico que solo es superado por su amor a la naturaleza y el sentido de la responsabilidad. Pero por mucho que nos encante, lo justo sería reconocer que esta película que nos ocupa no es del todo suya, sino que está dirigida por uno de sus animadores más cercanos: Hiromasa Yonebayashi, que después de estar tanto tiempo trabajando con él, parece que algo se le ha quedado, a juzgar por el resultado. 

Aunque lo cierto es que resulta muy irónico que precisamente lo más flojo del filme sea precisamente el guión, que es en lo único que se involucró el creador de La princesa Mononoke. Una adaptación, ignoro hasta qué punto fiel, al famoso libro de Mary Norton: The Borrowers (el mismo en el que se basaron para realizar la famosa serie The Littles, Los Diminutos en España) que presenta una historia bastante más simple de lo que estamos acostumbrados del estudio que realizó el Castillo Ambulante. Quizá esto se deba también al hecho de que es la historia más occidental que han trasladado a la gran pantalla, con todo lo que ello conlleva, por lo que no resulta tan original o imprevisible, se nota la ausencia de las creaciones más asombrosas del maestro Miyazaki. Esto, por un lado, hace que esta sea una de las propuestas de la compañía más vacías en cuanto a contenido puramente formal, pero no así en cuanto a emoción y sentimiento, siendo esta su mayor baza. 

La falta de malabarismos argumentales está más que compensada con una sensibilidad artística realmente sobresaliente. Lo que cuenta esta película no es mucho, de hecho los sucesos son bastante cotidianos pese a la presencia de los pequeños seres fantásticos, pero lo importante es la forma en que la historia está contada, con una sencillez que no está exenta de cierta complejidad en cuanto al tratamiento de personajes y su entorno. En otras palabras, la labor no se siente en la superficie de su argumento, sino en los conceptos que se permite desarrollar con elegante parsimonia. La forma en que presenciamos el mundo desde el punto de vista de los llamados diminutos es asombrosa, todo está calculado al milímetro: los elementos que componen sus casas, la forma en que deben sortear obstáculos, la increíble aventura que supone llegar siquiera hasta la repisa de un armario... Ese magnífico gusto por el detalle hace que el filme gane en cuanto a naturalidad y realismo. El contraste entre las diferentes perspectivas de dos especies distintas es portentoso. Sus personajes están vivos: tienen necesidades, sus silencios dicen más que sus palabras, sus sueños se cumplen tanto como se resquebrajan a la mínima... Todo está muy bien medido, y la dirección es portentosa, quizá el ritmo pierda un poco a medida que se va desarrollando la historia, pero al final todo está en su sitio e incluso se atreve a presentar un final un tanto agridulce y absolutamente libre de tópicos, en donde el espectador es quien debe elegir si tener esperanza o pesimismo hacia lo que pueda ocurrir a continuación. 

Por lo tanto, lo que queda es una simple aunque bellísima historia, cuidada al milímetro, dibujada y animada con una habilidad fuera de lo normal, como viene siendo costumbre en este gran estudio. Puede parecer algo infantil, pero tiene un trasfondo más adulto de lo que parece. Realmente una gozada y un ejemplo más que insiste en negar la típica frase de "ya no se hace cine como antes".

sábado, 24 de septiembre de 2011

Imposibles X-Force #1 - La solución Apocalipsis

Esto sí que es lo que llamaríamos un ejercicio de marketing excelente: una portada magnífica, personajes con gancho, autores de cierto renombre y un primer título fantástico. Lo tiene todo, solo faltaría que el contenido estuviera a la altura de lo prometido. 

Antes de empezar a hablar de este tomo, primero cabría realizar un resumen del precedente de esta etapa que nos vamos a encontrar en España. X-Force es una colección que fue creada para dar un mayor interés y fuerza (nunca mejor dicho) al grupo de los Nuevos Mutantes, en esa ocasión liderados por un novedoso e impactante Nathan Summers, más conocido por entonces como Cable. Con el tiempo, la serie perdió su razón de ser, por la proliferación de series mutantes, todas demasiado parecidas y redundantes durante la década de los noventa. No es que hayamos mejorado mucho hoy en día, pero se puede decir que al menos intentan buscar fórmulas diferentes que antaño ni se habrían planteado siquiera. Es el caso de la nueva andadura de la serie que nos ocupa, que en manos de Kyle y Yost, que llegaron prometedores gracias a su excelente trabajo en New X-men (la de los jóvenes, no la del grupo central), se convirtió en la serie de Lobezno y su grupo de asalto mutante. En aquel momento, fue idea de Scott Summers, crear un equipo clandestino para realizar el trabajo sucio en tiempos donde la extinción mutante era más que posible no fue nada descabellado o incoherente. Al contrario, casi parecía necesario pese a la facilidad de sus miembros para apretar un gatillo. 

El mayor problema que tuvo esta serie fue que poseía una serie de personajes muy parecidos entre sí en cuanto a procedimientos y un tono que no terminaba de asentarse del todo. Parecía que sus guionistas buscaban ser forzosamente oscuros y violentos, sin preocuparse por todo lo demás y sin ofrecer contrastes de ningún tipo. Rescataron conceptos de los noventa con más o menos acierto, pero en general la etapa estuvo muy por debajo de las expectativas de los lectores, que esperaban mucho más del dúo que tanto nos sorprendió con los benjamines. En todo caso, tras una serie de eventos en donde terminó de decepcionar (la infame Necrosha), al fin pasó a otras manos: Rick Remender y Jerome Opeña. Ambos ya trabajaron juntos en Punisher (en el tomo titulado Viviendo en la oscuridad, concretamente) mostrando un nivel más que potable, lo que también se convirtió en algo esperanzador. Ahora el grupo se compondría de personajes menos felinos, manteniendo las garras y los cuchillos. Esta vez Lobezno compartiría cabecera con Betsy, Arcángel, Phantomex y el imprevisible Masacre. Con una mezcla como esta, nada podía fallar. 

Por suerte, desde la primera página hasta la última, no cabe duda de que este primer acercamiento vale muchísimo la pena. Tanto que podría considerarse un imprescindible de la editorial en estos momentos, solo con este tomo publicado. Puede sonar exagerado, pero no cabe duda de que el tono oscuro esta vez tiene razón de ser, y el rescate de viejos conceptos para revitalizarlos y aprovecharlos adecuadamente es más agradecido que nunca. Remender ha hecho sus deberes, empollando la mitología de Apocalipsis para traerlo de vuelta de la forma más inimaginable posible, con los jinetes más inesperados y las localizaciones más atractivas que uno pueda soñar. Si a todo esto sumamos una excelente caracterización de personajes, con unos diálogos muy bien escritos y la culminación de la historia con un clímax a la altura de lo presentado, no cabe duda de que las razones por las que este cómic es muy recomendable están más que claras. Y por si todo esto fuera poco, Jerome Opeña es la excusa perfecta para que la historia entre por los ojos a las mil maravillas. Su estilo realista y crudo viene como anillo al dedo a la serie. Posee un conocimiento absoluto de la anatomía, sabe caracterizar a la perfección a cada uno de los personajes con un repertorio de expresiones faciales soberbio y además posee una narración dinámica y muy efectiva (que no efectista). Es difícil imaginar un dibujante mejor para estas páginas, y además el color de Dean White completa la excelencia del apartado gráfico de, al menos, estos densos y completísimos cuatro números que recoge el tomo. 

En definitiva, un montón de halagos merecidos para una serie que no puede empezar mejor. Muy recomendable e imprescindible para amantes de los mutantes, especialmente para aquellos que nunca creyeron que el concepto de Apocalipsis pudiera dar para tanto o que nunca disfrutaron de la anterior etapa. Esto es todo lo que debió haber sido desde el principio.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Canción de Hielo y Fuego #4: Festín de Cuervos

Aquí tenemos, por fin, el libro más criticado de Canción de Hielo y Fuego de todos los publicados hasta el momento en España. El motivo de tan inmerecidas críticas resulta muy evidente: en esta ocasión contamos con la ausencia de muchos personajes de los que estamos muy interesados por la importante presencia que tuvieron en entregas anteriores. Es decir, no tenemos constancia de los movimientos de personajes como Tyrion, Daenerys, Jon Nieve (solo sabemos de él al principio), Stannis, Melissandre o Bran. Esto es porque el mundo que crea George R. R. Martin en esta fabulosa saga se está ampliando hasta niveles insospechables. Tanto, que Juego de Tronos parece un libro mucho más simple de lo que parecía en su primera lectura tras acabar de leer este cuarto capítulo. Ahora tenemos el "inconveniente" de no poseer una visión más global de los sucesos que acontecen en Poniente, pero por otro lado, si el escritor sale airoso del asunto y lo domina todo tal y como lo está controlando por el momento, tiene el loable factor de dotar a su gran obra de una complejidad impresionante que no puede dejar indiferente a nadie. Es más, cada personaje tiene tanta historia (pasado, presente y futura) que cada uno podría llevar una serie de libros por sí solo, siendo todos tremendamente fascinantes. Por hacer un símil con el cómic de superhéroes, se podría montar toda una editorial solo con el mundo de Canción de Hielo y Fuego. Y para colmo no habría una colección inferior a otra, porque tanto Brienne como Arya o Cersei, por citar tres mujeres de diferente importancia y posición, tienen muchísimo que contar por sí mismas. 

Por ello, no comprendo en absoluto las malas críticas vertidas en tan fascinante tomo. Es imposible evitar echar de menos, durante su lectura, a personajes como los ausentes anteriormente citados, pero eso no quiere decir que los sucesos de las Islas del Hierro o de Desembarco del Rey no tengan su propia importancia. Es más, pese a que no vemos lo que ocurre al otro lado del Mar Angosto, la verdad es que no hace falta, porque Martin fue tan inteligente a la hora de separar los capítulos que nos deja con la intriga a partir de lo que oyen los personajes protagonistas de los capítulos que podemos leer en esta entrega. Potenciando, de esta manera, una de las mayores virtudes de esta saga: la forma en que el autor juega con la nula verosimilitud de los relatos que se narran por boca de otros. En otras palabras, en estos libros las leyendas no se corresponden con la "realidad", y esto se nos dejó claro desde el primer libro, solo que en esta ocasión nos lo transmiten con más fuerza que nunca, porque los elementos místicos y fantásticos están apareciendo cada vez con más fuerza, lo que nos deja a personajes cínicos que no creen en nada de todo ello mientras que otros creen a pies juntillas que las profecías son ciertas. Esta variedad de creencias, de situaciones, de posicionamientos ante todo lo que está por venir, es una de las mayores bazas de esta saga. 

Lo que nos lleva a la tremenda variedad de culturas, costumbres y escenarios que podemos ver a estas alturas. El mundo de Poniente a veces parece tan real como el nuestro, el escritor realiza sobre él un trabajo de antropología tan complejo que resulta increíble que no se pierda ante tal maraña de conceptos y creencias. Y todo esto lidiando con varias tramas de conspiraciones que ya es difícil que los propios lectores puedan retener sin que les estalle la cabeza. Por otro lado, la evolución de todos estos acontecimientos hace que algunos personajes cambien y tomen un papel opuesto al que estaban interpretando. Sin ir más lejos, Sansa dista mucho de ser la inocente niña a la que nos habíamos acostumbrado en los primeros tomos, y la propia reina regente, Cersei, no es ni la sombra de lo que sospechábamos gracias a que ahora podemos meternos en su perturbada mente. También encontramos que, ya que en Tormenta de Espadas vimos desaparecer a un buen núcleo de protagonistas, para ahora recibir la llegada de varios nuevos, especialmente los pertenecientes a la Casa Greyjoy, que juegan al famoso "juego de tronos" con tanta destreza y peligro como los Lannister o los Baratheon. Lo mejor es que los "nuevos" (algunos simplemente los conocíamos "de oídas") resultan tan fascinantes como los de siempre, y aunque al principio cuesta acostumbrarse a ellos, al cabo de un par de páginas, no puedes sino interesarte por lo que les pasará a continuación. 

En resumen, uno podría tirarse días y días comentando todos los detalles de la lectura. Lo que es injusto es que Festín de Cuervos esté tan menospreciado solo por abarcar la mitad de lo que ocurre en Poniente en ese momento. Si esa mitad resulta inmejorable, ¿por qué iba a ser peor, si al fin y al cabo lo que importa es lo que se cuenta y no lo que no se cuenta? Es más, esa impaciencia por averiguar qué pasa al otro lado del Mar Angosto es lo que hace más especial esta saga, que a estas alturas es ya imprescindible.

martes, 20 de septiembre de 2011

Astonishing X-men - Xenogénesis

Warren Ellis es un autor extraño, no ya porque sea británico, que eso siempre supone un plus de "rareza" por lo atípicos que resultan en su forma de escribir y su remarcada personalidad, sino porque además nunca se sabe por dónde te va a salir. Lo mismo escribe una crítica social fabulosa con una gran dosis de ciencia ficción bien urdida como le da también por realizar a continuación un trabajo alimenticio en el que no pasa nada relevante a lo largo de todos los números. Por ello, resulta curioso ver que en la colección de Astonishing X-men nos ha dado precisamente una de cal y otra de arena. O mejor dicho, una saga decente, otra muy floja y otra notable. A esto me refería con que es un guionista impredecible, pero por suerte cuando sorprende lo hace con algo que no deja indiferente, para bien o para mal, como es el caso de Xenogénesis

Esta miniserie que en España han decidido ubicar en la colección regular es posiblemente uno de los mejores trabajos del guionista en la editorial de los mutantes. Quizá porque, por fin, de alguna manera ha sabido trasladar todo su buen hacer y sus conceptos e ideas de forma que no quedaran forzados o fuera de lugar en una serie puramente comercial. Casi se podría decir que, justo cuando realiza su último trabajo, por el momento, con estos personajes, al fin les coge la medida y los aprovecha de veras para escribir su propia historia. Y es que aquí encontramos al Ellis que todos esperamos ver: su mordaz crítica deudora de Transmetropolitan, pasando por la épica y rebeldía de Authority y acabando con la ciencia ficción referencial que mostró adecuadamente en Planetary. Concretando, el nacimiento de unos bebés presuntamente mutantes en África sirve de excusa para hablar de la situación por la que pasa este continente sin que a nadie le importe (especialmente a América) y también para recuperar uno de los conceptos más atípicos de la mitología mutante, precisamente deudores de guionistas igualmente británicos, por lo que el círculo se cierra satisfactoriamente. 

Por lo tanto, ¿qué tenemos aquí? Pues una historia de compromiso social en una situación peligrosa con una gran amenaza que hacía tiempo que no veíamos por estos lares. Ellis pasándoselo bien, al fin, con estos personajes, enviándolos a un paraje inhóspito donde no son bienvenidos. Además, los escribe de maravilla, especialmente a Emma Frost, que parece brillar precisamente cuando un guionista no-americano decide explotar sus "encantos". Por otro lado, Kaare Andrews se las apaña para reforzar el lado peculiar de la propuesta, aportando unos diseños poco convencionales y unos trajes que rememoran a aquellos que perdimos en la etapa de Morrison, más urbanos y militares, tan adecuados que uno se pregunta por qué tuvieron que regresar a los superheróicos cuando estos funcionan de una forma tan convincente. Aparte, se las ingenia para realizar unas composiciones de página muy solventes, con una buena coreografía en la acción que destaca principalmente por dar rienda suelta al Logan más aterrador y desatado. Una mezcla que, la verdad sea dicha, funciona a las mil maravillas y aporta un toque muy personal a una saga que merecía mejor suerte y mejores críticas. El único defecto que se le puede sacar, que tampoco es tanto, es que cierto villano (o villanos) nunca habían sido fáciles de matar, pero Ellis se toma la molestia de que les cueste horrores conseguirlo. 

En definitiva, una propuesta magnífica, bien desarrollada, que recupera viejos conceptos para aprovecharlos bien y de una forma novedosa, buenos diálogos, una crítica convincente de la situación de África con respecto a los occidentales y unos personajes bien escritos. Un cómic adulto y complejo en una cabecera puramente comercial. ¿Cuánto tiempo hacía que no veíamos nada semejante en los X-men?

domingo, 18 de septiembre de 2011

Los Soprano - Temporada 4

Con esta serie ocurre algo muy problemático a la hora de intentar reseñar cada una de las temporadas que la conforman, y es que no posee una estructura diferente para cada una de ellas, por lo que se hace cada vez más difícil no repetirse. De hecho, podría decirse que los clímax, aunque normalmente procuran que aparezcan durante los últimos capítulos, pueden suceder en cualquier momento, cuando menos lo esperemos. En otras palabras, los sucesos simplemente se suceden, válgame la redundancia, en un obstinado empeño por hacer mucho más realista a la familia mafiosa que nos ocupa, ya que la vida transcurre con toda naturalidad, y lo que parece una sucesión de diálogos sin demasiada importancia, al final todo tiene sentido y cualquier cosa puede tener una importancia impredecible. 

En el caso que nos ocupa, esta cuarta temporada, ha sido notoria la lentitud en la que transcurren los acontecimientos. Es un desarrollo lento y aparentemente vacuo, ya que en los primeros episodios hay pocos sucesos de aparente gran relevancia. Esto es porque todo gira, nuevamente, alrededor de Tony Soprano. No es que antes permaneciera en un segundo plano precisamente, pero no cabe duda de que posee aún más protagonismo que antes, especialmente porque la crisis se extiende a su vida personal y privada con gran fuerza, estallando justo en el momento menos adecuado, cuando los negocios no van del todo bien y caen algunos de sus aliados más supuestamente seguros. Son golpes que provienen de varios frentes, con nuestro protagonista intentando solventar la papeleta sin perder en absoluto su intocable orgullo. Resulta curioso ver cómo este personaje imperfecto, a veces cruel y en otros casos inesperadamente tierno, busca siempre lo mejor para todos sin perder su naturaleza despreocupada y avariciosa, casi hipócrita. Saliendo airoso a corto plazo, pero buscándose enemistades a la larga, con consecuencias que ni siquiera podemos vislumbrar a estas alturas, pero que no cabe duda de que van a ser poco halagüeñas. 

Lo que más llama la atención es que en un principio todo parece igual que siempre: los negocios van bien, lo más peligroso es lo que se dice y no lo que se hace, la psicóloga aparece de vez en cuando para analizar al cabeza de familia para nosotros, los asuntos de cuernos siguen adelante, las drogas causan estragos, hay algún que otro asesinato y sobre todo mucha hipocresía y poco sentido común por parte de muchos. A veces ocurren cosas porque sí, como en la vida misma, especialmente accidentes inesperados que truncan muchos planes bien elaborados. Es como ver la vida pasar, en toda su sordidez y sin recursos fáciles de ningún tipo. Esto, por un lado, es su mayor virtud como también puede convertirse en su mayor defecto para aquellos espectadores que busquen algo más "animado" y típico. Es decir, la acción viene a cuentagotas, y a veces da la impresión de que no pasa nada, pero a medida que transcurren los episodios es indudable que el efecto mariposa está siempre presente: hasta la caída de una pistola en el lugar menos indicado puede crear una serie de sucesos que no parecen tener nada que ver entre sí pero que siempre acaban desembocando en algo. Incluso a veces hay que recordar temporadas anteriores para ver cómo aquel diálogo dejó secuelas en la relación entre dos personajes. 

Por todo esto, la serie es altamente recomendable, y a la vez justo lo contrario. Depende de lo que busque quien esté dispuesto a verla. Lo que sí es cierto, es que esta temporada es de transición, ya que se rompe el status quo al que estábamos acostumbrados, lo que hace mucho más interesante lo que venga a continuación. Habrá que seguirla hasta el final.

jueves, 15 de septiembre de 2011

True Blood - Temporada 4

Tal y como nos dejaron en la tercera temporada, parecía que la serie estaba destinada a hundirse en la mediocridad más absoluta, algo que resultaba más certero si tenemos en cuenta la cadena de la que proviene y sobre todo si la comparamos con los últimos proyectos de la misma. El motivo de esta apreciación no es otro que el mal guión del que hizo gala el año pasado, con un villano supuestamente interesante actuando como un maldito lunático sin el menor atisbo de gracia o inteligencia. Golpes de efecto fabulosos que más tarde se quedaban en nada, repetición de esquemas, agotamiento de ideas y caricaturas de personajes que acabaron resultando repulsivos. Ya era difícil tomárselos en serio antes, todo hay que decirlo, pero de alguna manera en las primeras temporadas consiguieron mantener un equilibrio entre el exceso y la sobriedad que hicieron la serie más que recomendable. Por lo tanto, de esta cuarta muchos ni siquiera esperábamos nada bueno. De hecho, Bon Temps, el pueblo donde sucede todo, empezaba a aburrir entre tanto bicho fantástico que quitaba cada vez más y más protagonismo a los vampiros. Ahora tenemos brujas, chamanes, hadas y demasiados personajes ocupando espacio. Si además tenemos en cuenta que el piloto arranca con un muy manido y fácil "año después", cambiando status quo a diestro y siniestro con tal de poder contar algo interesante, lo cierto es que como inicio no era precisamente muy esperanzador. 

Lo dicho, demasiados elementos fantásticos, demasiadas tramas al mismo tiempo, demasiados personajes y ningún hilo principal a seguir. Eso parecía en los primeros capítulos. Pero por suerte, más tarde comprobamos con cierta satisfacción que esta vez los guionistas sí han hecho su trabajo, engañándonos al principio para sorprendernos con una gran villana a la altura de la Ménade de la segunda temporada, que nos brinda una trama central de gran importancia y un genial desarrollo. Marnie es la estrella, una bruja con poderes de médium que invoca a un espíritu del pasado que tiene una enorme sed de venganza hacia los vampiros que la maltrataron en su momento. Gracias a éste, obtiene un gran poder con el que poder hacer posible su anhelada vendetta, llegando a relacionarse con gran parte de Bon Temps en una gran trama, en donde todo acaba teniendo relación y coherencia. Pero lo mejor es que se recupera el interés por los personajes: Jason ya no resulta ni por asomo tan repelente, Soockie y sus relaciones con Bill o Eric llegan a un punto coherente en lugar de seguir mareando la perdiz, Tana parece encontrar por fin su lugar entre todo este meollo y ni siquiera uno de los peores personajes de la serie, Arlene, nos estropea la velada. Todo lo contrario, se profundiza en los entresijos de la familia Bellefleur, Lafayette tiene al fin un papel relevante e incluso Jessica sigue siendo igual de interesante. 

Por lo tanto, podemos decir sin temor a equivocarnos que han encontrado el camino perdido. True Blood vuelve a ser la que era, con todas sus virtudes y defectos. Lo curioso es que ya no sorprende como antes, ya que es mucho menos desinhibida de lo que era, quizá al centrarse menos en vampiros y más en otros personajes, digamos, más benévolos y perturbados (que no perturbadores). Lo único que se echa en falta es un poco más de la mala baba con la que nos obsequiaron en las dos primeras temporadas, refiriéndome no a la violencia o al sexo (que siguen estando presentes en toda su gloria), sino a la crítica desaforada y desvergonzada hacia la sociedad cerrada estadounidense. En esto último, Alan Ball parece un poco más cortado que antes, aunque sigue mostrando ramalazos de su personalidad aquí y allá, solo que con un toque mucho más blando de lo acostumbrado. Pese a todo, la visión de la muerte del creador de "A 2 metros bajo tierra" sigue presente en el fabuloso clímax de la temporada. Que salvo por un par de cosas mal explicadas (la forma en que acaban atados ciertos vampiros en un poste en una oportuna y poco creíble elipsis, por ejemplo), es todo un ejemplo de cómo dejar a los fans con los dientes largos (irónicamente) hasta los siguientes capítulos. 

En otras palabras y resumiendo: empieza flojo, la trama se va desarrollando sin prisa pero sin pausa y acaba más que satisfactoriamente, recuperando la calidad perdida y dejando con ganas de más. No impresiona como antes, pero al menos no defrauda, que es mucho.

jueves, 8 de septiembre de 2011

La muerte del Capitán América

Existen obras que son valoradas de una manera en el momento en que son publicadas y que luego, pasado un tiempo, se ven bajo otra perspectiva muy distinta por diversos motivos. Es el caso del arco de “La muerte del Capitán América” de Ed Brubaker, comprendido entre los números 25 a 30 del volumen 5 de la serie regular en su edición USA, que vienen recopilados en quinto tomo de Marvel Deluxe dedicado a esta etapa. En ellos vemos cómo el plan conjunto de Cráneo Rojo, Fausto y Arnim Zola da sus frutos tras tantos meses de conspiraciones y reclutamiento, realizando varias pesquisas para colocar todas las piezas en el sitio adecuado. Claro que, nada de esto podría haber sido tan sencillo sin la famosa guerra civil propiciada por el acta de registro de superhumanos, ya que el destino quiso ver a Steve Rogers esposado de camino al juzgado, sin apenas defensa ni escapatoria. Narrar este momento que sirve de inicio para este tomo, en otra situación, podría considerarse un spoiler, pero sin embargo se trata de una escena que no solo ha tenido una gran repercusión dentro del universo ficticio de Marvel durante largo tiempo, sino que también ha traspasado las viñetas para aparecer en casi todos los medios de comunicación de la actualidad: internet, televisión, periódicos... la imagen del gran Capitán América, muerto en las escalinatas, ha pasado a la Historia. 

Y aunque el tiempo le ha concedido menos trascendencia por culpa de la posterior resurrección, no deja de poseer cierta intensidad. Sobre todo porque Steve Rogers es un símbolo, algunos lo consideran la representación de los mejores ideales que posee una nación como América, otros se atreven a tildarlo de facha. Estos últimos son aquellos quienes no conocen al personaje, puesto que estamos ante un superhéroe que, por mucho que enarbole una bandera solo llevando su propio uniforme, lo hace no por seguir los mandatos de un país, sino por defender unos ideales que, inherentemente, muchos compartimos. Incluso aunque no vivamos en los Estados Unidos. Por eso, es todo un ideal, un icono cuya muerte significó algo más que el fallecimiento de un personaje ficticio, ya que metafóricamente sirvió para representar algo más: la muerte de un sueño en un país que lo había olvidado. Por ello, lo más enigmático no fue solo quién dio realmente el último tiro al Capitán, sino también qué iba a ser de la serie en cuanto desapareciera su protagonista. Muchos se mantuvieron escépticos con la escena de Rogers en la morgue, con los ojos abiertos sin vida. Pero la verdadera prueba de tan aparentemente irreparable situación la encontramos en el número 26 del volumen 5 de la edición USA, donde un fugaz vistazo al cadáver del personaje no presentaba demasiadas dudas: el Capitán había muerto, y de verdad, al menos durante una larga temporada en un universo de ficción donde todo es posible y puede aparecer cualquier deux ex machina en cualquier momento. Así que, la pregunta era: ¿qué iba a ser de la serie sin su protagonista? 

Lo que nos lleva a una demostración más de la inteligencia y el buen hacer de un escritor tan competente como Ed Brubaker, que no contento con realizar unos de los actos más impredecibles que puede presentar una etapa en una colección consagrada con más de cuarenta años a sus espaldas, decide dar rienda suelta a todos aquellos secundarios que ha ido insertando poco a poco en números anteriores, como si éstos hubieran sido introducidos solo para este momento. Sharon Carter, el Halcón, Bucky, Nick Furia e incluso el omnipresente Tony Stark, en esos momentos director de SHIELD, cogen las riendas de una colección cuyo mayor interés radica en vengar la muerte de su protagonista. Fuera como fuera y contra quien fuera. Culpables podían haber tanto directos como indirectos, y cada cual con su propia versión de la historia. ¿Quién obtendría beneficios con la situación y quién se dispondría a cambiar las tornas? ¿Cómo pueden unos villanos cometer un acto como este y quedar sin castigo? Y sobre todo, ¿cómo afrontará América una gran amenaza en la sombra sin su justiciero más capaz? ¿Necesitaba el mundo otro Capitán América? Como puede verse, no se trataba solo de la muerte de un hombre, sino del compromiso de un pueblo por mantener un ideal inquebrantable. 

Por todo esto y más se trata de una saga importante e interesante que no pierde fuerza pese al retroceso de los sucesos acontecidos aquí, que realiza un homenaje hacia el personaje de la cabecera explicando sus orígenes y la relación que sostenía con sus seres queridos. La máxima de “nadie muere si es recordado” se “respira” en todas las viñetas de este tomo. Hay veces que no se conoce la importancia de algo hasta que desaparece, y es el caso de este icono, que es capaz de mover a tantos héroes por estas páginas aún sin hacer acto de presencia salvo en flashbacks

Aunque eso sí, cabría mencionar que se trata de un tomo inconcluso, ya que la saga de “La muerte del Capitán América” fue tan grande e importante para Brubaker que incluso se vio obligado a dividirla en dos arcos. Pese a todo, aquello que debe desarrollarse para presentar el clímax final es dispuesto aquí de manera que no queda nada forzado. Es más, el guionista consigue que este momento suponga un punto de partida excelente para cualquier lector que quiera introducirse en la colección, aunque es evidente que siempre será mucho mejor haber leído todo lo anterior para comprender, al menos, el status quo de personajes tan importantes como Lukin/Cráneo Rojo o la pobre Sharon Carter. Por lo tanto, aunque inconcluso, merece la pena subirse al barco, si no es aquí, que sea desde el primer tomo de esta serie de recopilaciones. 

En el apartado gráfico, tenemos a Steve Epting y Mike Perkins como dibujantes. El primero es el regular de la serie, mientras que el segundo es el sustituto. En un principio, que dos artistas tan dispares compartan páginas en una historia compuesta por varios capítulos que transcurre de forma coral debería suponer un problema por la falta de solidez de estilo que podría notarse en la serie. Por suerte, el color y el entintado logran que ambos se compenetren a la perfección, y además se toman la molestia de realizar unas composiciones de página muy similares, con mucho conocimiento de la anatomía, buenos fondos, excelentes sombreados y mejores encuadres. Ambos, al final no desentonan entre sí y no molesta en absoluto que realicen los números a dúo. Al contrario, al parecer esto propició que mantuvieran un nivel de detalle excelente en donde apenas puede reprocharse nada. Lo cual dice mucho de la calidad de la colección. 

En resumen, esto es lo que conoce como un clásico moderno, que posee la inusual premisa de narrar una historia del Capitán América... sin el mismísimo Capitán América. Quienes hayan visto la adaptación fílmica, aquí tienen algo diferente pero que, irónicamente, les hará comprender mejor la figura de tan emblemático héroe.

martes, 6 de septiembre de 2011

Flashpoint - una excusa sin gracia

Hace tiempo que DC busca su hueco en el mercado como la pionera de los cómics de superhéroes que es. Porque pese a esto último, lo cierto es que en cuanto a repercusión mediática y ventas está perdiendo la partida con su competencia más directa, y esto los mandamases de la editorial lo saben, y por ello intentan llamar la atención buscando la forma de captar lectores. Entonces, un día cualquiera, algún "avispado" pensó que la mejor forma de atraer clientela sería renumerando todas las series y reiniciando la continuidad en muchas de ellas, para que los novatos no se pierdan y tengan un perfecto punto de partida al que aferrarse. La idea en sí no es del todo mala, pero ya sabemos lo poco inspirados que estuvieron para llevarla a cabo: pocos autores decentes y de renombre, demasiadas series al mismo tiempo, un tremendo lío en cuanto a la ubicación temporal en la que transcurren las historias... Todo esto ya lo sabemos, solo quedaba averiguar qué excusa emplearían para dar sentido a este pedazo de cambio. ¿Cómo finiquitas la historia de todo un universo de personajes? Con un evento, claro está. ¿Pero de qué forma explicas, en la ficción, todos estos cambios? ¿Con una Crisis? Por desgracia ese nombre se ha convertido en un tabú maldito por el repetitivo uso que le han dado esta última década. ¿Entonces qué hicieron? Simplemente, se sacaron de la manga esta miniserie repleta de numerosos tie-ins: Flashpoint

El concepto, de por sí, ya huele a rancio: una nueva linea temporal se ha abierto y solo un personaje es consciente de la anterior, siendo su misión recuperar el mundo tal y como era antes de todos los cambios. Solo que, cuando finalmente consigue su objetivo, lo deja todo un pelín diferente, así es como se construye la excusa para empezar desde flamantes y nuevos números uno. Como premisa, es una cutrez que demuestra lo muy poco que se estrujaron la cabeza a la hora de dar una explicación a todo esto. Pero aún así, lo justo sería valorar esta miniserie como lo que es: una historia más de Flash con el universo DC de escenario, aunque sea uno sacado de la manga destinado a ser eliminado en unos pocos meses. Resumiendo, se podría decir que es todo un Elseworlds, ya que a estos los personajes no los reconocen ni su padre ni su madre. Algunos están pasadísimos de rosca (en especial Wonder Woman y Aquaman) y, en opinión de quien esto escribe, el catalizador de este cambio temporal ni siquiera justifica en absoluto el devenir de muchos acontecimientos, siendo el caso de Superman el más extraño de todos. 

Por lo que, para empezar, tenemos un mundo alterado sin la menor coherencia, todo lo que el guionista nos presenta aquí es así porque él mismo lo desea, nada más. Comparándola con una saga de características similares como La Era de Apocalipsis sale perdiendo y mucho en cuanto a simple sentido común. Pero es que, para colmo, nada de lo supuestamente nuevo es realmente interesante, y da la sensación de que los cuatro primeros números de esta miniserie, compuesta por cinco, son puro relleno para presentar a personajes que no nos importan en absoluto porque sabemos que tienen fecha de caducidad. Pero es que ni siquiera son interesantes o curiosos, todo lo contrario, pasan con más pena que gloria y la mayoría son simplemente caricaturas exageradas de sus contrapartidas originales. Además, solo hay dos protagonistas y éstos no hacen absolutamente nada para cambiar las cosas, el supuesto villano se presenta a última hora porque sí y obtenemos todas las explicaciones de golpe, en el último número, sin haber visto ni tan siquiera el desarrollo de alguna historia. Todo se rige por exigencias del guión, de forma excesivamente forzada, con una épica inexistente, da la impresión de que todo ha de estar muy mal a la fuerza para que deba ser cambiado de nuevo. Y aún con todos estos defectos, la explicación de por qué ocurre todo es una tomadura de pelo absoluta que hunde por completo a un personaje insignia de la editorial, que de repente no es que pierda credibilidad por completo, sino que cae antipático y resulta insoportable como héroe, ya que como causante de todo el altercado es un auténtico irresponsable. Un desastre. 

El peor evento que se ha visto en la editorial, sin ninguna duda, si no llega al nivel del espantoso "Ultimatum" de la competencia, poco le falta, aunque en consecuencias es muchísimo peor. Para ser justos, solo hay una cosa que se salva, y es el dibujo, solo Andy Kubert realiza algo digno en todo este desaguisado. Se nota demasiado que es un producto fabricado para tapar un hueco, y ni siquiera se esforzaron por darle un sentido. Todo un ejemplo de cómo NO se deben hacer las cosas.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Cowboys & Aliens

Desde que se estrenó, esta película está teniendo unas críticas bastante negativas que casi me quitan las ganas de ir al cine a verla. Aún así, quise darle una oportunidad, creía realmente que Jon Favreau, el director, lo merecía, sobre todo tras haberme convencido con sus sendas adaptaciones de Iron Man, y además en esta ocasión viene acompañado con un reparto de gran categoría, con dos pesos pesados como Daniel Craig y Harrison Ford en papeles protagonistas, sin olvidar a Olivia Wilde o a Sam Rockwell de secundarios. Además, por si todo esto fuera poco, también podían vislumbrarse en el trailer unos muy buenos efectos especiales o un ambiente de western clásico muy conseguido. También apetecía ver un filme de acción y ciencia ficción con el que pasar un buen rato en una sala de cine, y pensaba que, al menos en la dirección, iba a quedar convencido con un buen ritmo y unas escenas convincentes. Eran demasiadas cosas en las que respaldarse si el guión fallaba estrepitosamente. 

Y aunque sea cierto que no es nada del otro mundo y está repleto de algún que otro tópico... joder, qué bien lo pasa uno viéndola. Decir esto último, para muchos es sinónimo de ser poco exigente, conformarse con poco o supone una razón muy subjetiva a la hora de valorar algo. Es posible, pero intentaré argumentar por qué creo que las críticas están siendo, en general, exageradamente injustas con este más que correcto blockbuster veraniego que, a la hora de la verdad, no tiene absolutamente nada que envidiar a otros mucho mejor valorados como Piratas del Caribe o algunas adaptaciones de superhéroes. 

Para empezar, la premisa funciona y es creíble dentro del contexto histórico de la película. El inicio es totalmente western, podría pasar perfectamente por un filme del género, con algunos personajes tópicos y otros no tanto. La ambientación está muy conseguida y los actores muy bien integrados, tanto que cuando llegan los primeros elementos de ciencia ficción, sorprende la irrupción de éstos y supone un fuerte contraste frente a lo que estábamos viendo hasta el momento. Ese giro argumental favorece que muchos de los personajes se vean obligados a cambiar a lo largo de la historia, tomando un papel diferente al que estaban destinados en un primer momento. Puede que algunos tengan algún que otro comportamiento previsible, pero no incoherente en absoluto y resulta interesante resaltar la forma en que evoluciona el personaje protagonista a medida que recupera la memoria y se implica en la gran batalla entre vaqueros y extraterrestres. Por no decir que el mensaje de "la unión hace la fuerza" está muy bien aprovechado dentro de su marco histórico y todos los recursos emocionales, aunque simples, funcionan y ofrecen variedad entre tanta escena cruda donde los enemigos no dan cuartel y logran incluso ser perturbadores en algunos momentos. Siendo esa, por otro lado, su mayor virtud: no se corta un pelo con la suciedad, la crudeza o la violencia, por lo que encontramos cierta verosimilitud que quizá no vemos en los pequeños detalles (se echan en falta algunas explicaciones, sobre todo para el personaje de Olivia Wilde), pero sí en su más que intensa puesta en escena.

En resumen, posee un excelente clímax (qué bien rueda la acción Favreau, sea western o ciencia ficción o ambas cosas), tiene muy buenos efectos, buenos diseños, un buen ritmo y un guión, aunque lleno de tópicos, más que efectivo que al menos dedica tiempo a los personajes y no insulta al espectador. ¿Qué más se puede pedir? ¿Podría ser mejor película? Por supuesto, pero con todo lo que ofrece ya es un entretenimiento seguro repleto de grandes virtudes que todo el mundo parece querer obviar. Con tanto hype la gente parece olvidar que a veces se realizan películas de este tipo, y hacía mucho tiempo que no se conseguía que lo típico resultara tan divertido o evasivo, como ocurre en este caso. En otras palabras, la película consigue divertir y hace muy cortas sus dos horas de duración. No es original, ni tampoco profunda, pero nunca pretendió otra cosa, en ningún momento engaña al espectador, da justo lo que dice ofrecer desde el mismísimo prólogo. 

Lo mismo me equivoco, pero algo me dice que será mejor considerada en un futuro, cuando pase el tiempo suficiente para que no la miren con lupa en cada milésima de segundo.