miércoles, 31 de agosto de 2011

Batman Returns

Hay películas que están hechas para enfrentar a todo tipo de espectadores, sean fans furibundos de la obra original como si no. Este es el caso de Batman Returns, la secuela que Burton realizó sobre este popular personaje. Destaca especialmente por ser una obra genuina de su director, con todas sus inquietudes y excesos, para bien y para mal. En esta ocasión no se dedicó solo a contentar a los lectores de siempre, sino que aprovechó todos los elementos que tenía a su disposición para realizar una adaptación libre que reúne todos los requisitos de tan polémico artista para ser considerada una obra personal más de su filmografía. Por lo tanto, lo que perdemos en cuanto a fidelidad, lo ganamos en personalidad y extravagancia, ya que gracias a esto podemos decir que esta continuación es una de las películas más extrañas que jamás se hayan realizado para el género de los superhéroes en el cine: adulta, grotesca, oscura, provocadora, sensual, diferente, perturbadora e incluso surrealista. Lo tiene todo para que nadie le coloque la coletilla de "una más". Realmente única.

¿Esto a que se debe? Pues a una dirección artística al nivel de la anterior, solo que explotada al máximo. Gotham City es aquí muchísimo más irreal, como salida de un terrible cuento de hadas para adultos. Los "monstruos" que habitan allí están en consonancia con ella. Nuevamente, los protagonistas son ellos, con la excepción del muy humano Maxwell Schreck, que es mucho más importante de lo que parece a simple vista. Por tanto, seguimos teniendo a Batman jugando con sus artilugios con tal de defender una ciudad que le viene como anillo al dedo para poder superar su trauma. Selina Kyle, por el contrario, es el reverso oscuro del protagonista, una mujer que, debido a un profundo shock, decide no ser nunca más la damisela en apuros típica, por lo que da rienda suelta a toda su furia e instintos para coger las riendas de una ciudad hostil que merece que una figura femenina, al fin, la pisotee con saña. Oswald Coblepott, también conocido como el Pingüino, es el monstruo más auténtico de todos, el que no necesita máscara para serlo, y sobre todo el más hostil, depravado e irónicamente trágico. Su historia tiene más matices de lo que aparenta a simple vista.

Pues bien, de alguna manera se repite la fórmula, solo que esta vez funciona muchísimo mejor. ¿A que se debe esto? A un guión infinitamente más interesante, con actores muchísimo mejor escogidos. Fuera han quedado Robert Wuhl (Alexander Knox) y Kim Basinger (Vicki Vale), a favor de unos mucho más resueltos Christopher Walken (el citado Schrek) y Michelle Pfeiffer (la deliciosa Catwoman). La calidad interpretativa gana enteros y eso salta a la vista. Pero es que además la historia tiene mucho más que contar. Lejos de ser una disputa entre el bien y el mal, ahora es una batalla por controlar la ciudad contada a modo de fábula con un tema principal bastante claro: la dualidad del ser humano. Esta vez Batman se reta entre iguales, entre seres de un origen tan desdichado como el suyo, solo que ellos optan por derroteros distintos. Mientras que el héroe busca la oportunidad de impedir un suceso como el que le afectó, Selina y Oswald buscan la venganza, aunque en distinta proporción. Por medio, hay una historia de amor que está perfectamente escrita, que ofrece algunas de las mejores escenas y diálogos de tan seductor filme.

Por tanto, estamos ante una pequeña joya incomprendida, un cuento al más puro estilo Burton con Batman de protagonista. Una fábula barroca, con tintes de terror y mucho humor negro. Diferente e ingeniosa, con tanta personalidad que estalla en la cara y con un apartado técnico a prueba de bombas difícil de olvidar del que debemos mucho al tristemente fallecido Stan Winston. Una "rara avis" en el género que, si entras en su juego de excesos, se disfruta enormemente.

lunes, 29 de agosto de 2011

Batman, 1989

Mucho se ha hablado de la primera película de Batman de Tim Burton. Probablemente porque fue realmente trascendental en su momento, con mucha personalidad y un estilo que muchos intentaron imitar posteriormente. Esa Gotham City tan oscura, deprimente, asfixiante y art decó causó una gran conmoción en muchos. No cabe duda de que, en cuanto a nivel técnico, esta película es una verdadera joya, tanto en los escenarios como en el maquillaje o el vestuario, un gran poderío visual al servicio de una fotografía valiente y atractiva, sobre todo por la variedad de los encuadres. Todo esto conforma una visión icónica del personaje que no es de extrañar que haya cautivado a tantos aficionados como artistas de cualquier medio que luego han cogido de aquí y allá para mostrar sus propias versiones del mito, como por ejemplo la mente creativa de Batman The Animated Series: Bruce Timm, que tanto bebe de esta adaptación del cineasta famoso por Bitelchus y Eduardo Manostijeras, entre otras.

Todo esto parece ser suficiente para encumbrar este filme en lo más alto del género de superhéroes en el celuloide. Pero me atrevería a decir que no solo ha envejecido muy mal en comparación con muchas obras que hemos podido ver en estas últimas décadas, sino que además puede que sea incluso una obra menor en la filmografía de su director. La razón no es otra que el guión. O más bien la ausencia casi total de éste.

En justicia a Burton, diré que también se trata de una película que busca decir más con expresiones y silencios que con diálogos. Esto se nota especialmente en la sólida actuación de Michael Keaton, que no solo está muy digno en su papel, sino que también refleja a la perfección la soledad y el trauma que vienen dados por el suceso que cambió su vida para siempre. No es el Bruce Wayne perfecto (mucho tiene que decir al respecto Christian Bale en las películas de Nolan), pero cumple de sobras, sobre todo porque como Batman es muy creíble y posee una gran presencia. Jack Nicholson como Joker, sin embargo, es todo exceso. El actor, sin duda, se lo pasó estupendamente, intentando ser creativo con todo tipo de poses y muecas que, llegando al final del filme, resultan más agobiantes que sorprendentes. Peor aún es la damisela en apuros que es Kim Basinger como la muy indefensa Vicky Vale, constantemente gritando y poniendo cara de "no me lo puedo creer", hasta tal punto en que pasea por la película como un pollo sin cabeza, como un títere para los dos absolutos protagonistas, que es su única misión.

Y es que no hay mucho más que decir. ¿De qué va Batman? De la lucha del bien y el mal, de una forma siniestra, con algo de humor negro y una sofisticada elegancia, pero tan simple que no cuenta nada de especial interés: un envoltorio precioso para un juguete anodino. La historia parece que trate de dos niños atrapados en sendos cuerpos adultos, jugando por ver quién de los dos gana una excéntrica partida en una ciudad totalmente a merced de ambos, ya que la policía es inexistente, y cuando aparece es ridículamente inepta. Por tanto, es una obra imperfecta, que se disfruta con el cerebro en "off", que no termina de hacer justicia a su material de referencia y que posee un ritmo caótico e incluso aburrido en ocasiones.

Irónicamente, pese a todo esto, tiene un "algo" que hace que no caiga en el olvido. Probablemente la recreación visual perfecta de todo un icono. Lo cual ya tiene mérito.

sábado, 27 de agosto de 2011

La traición de Roma

Siempre que leo o veo alguna versión de un hecho histórico espero, más que fidelidad, cierta mirada lejana de los acontecimientos que se narran. Es decir, las adaptaciones que más me gustan son, sin duda, aquellas que ofrecen una visión ambigua y compleja de los hechos, con unos personajes que jamás deben resultar simples o típicos. Por eso, no terminé de disfrutar del todo el primero de los tres libros que conforman la llamada trilogía de Escipión de Santiago Posteguillo, ya que en él se recalcaba en exceso la villanía de gran parte de los cónsules de Roma (especialmente Fabio Máximo) que estaban en contra del protagonista de la historia. El segundo, Las legiones malditas, fue una notable mejora gracias a la forma en que está retratado el personaje de Aníbal, probablemente el mejor escrito de todos los que aparecen en estos libros. Gracias a que jamás lo vemos como un malvado tirano, cuesta mucho elegir un bando en la famosa batalla de Zama, ya que sus intereses, como los de Escipión, son comprensibles y loables, y los métodos de ambos tampoco es que sean los mejores. Ahora, en este tercer libro, volvemos a ver a ambos rivales (que nunca enemigos) luchando por sobrevivir y hacerse un hueco en un mundo tan cambiante como el que pudo verse en los 200 años a.C., más separados que nunca y con numerosos paralelismos, ya que los dos verían cómo sus intentos por salvaguardar sus territorios y su gente tendrían su conclusión en dolorosas traiciones.

El epicentro de La Traición de Roma es en verdad la guerra de Roma contra Siria, ya que el rey sirio Antioco III pudo haber cambiado el rumbo de la Historia si realmente hubiese triunfado en la batalla de Magnesia. Después, vemos cómo Roma le da la espalda a Publio Cornelio Escipión, pese a sus victorias y, paralelamente, asistimos al desenlace de las aventuras del muy cansado Aníbal, cuyo gran talento para la guerra chocó contra un muro de incontables traidores. Todo esto resulta francamente interesante, especialmente porque Posteguillo realiza un trabajo titánico a la hora de intentar reescribir las famosas memorias de Escipión, cuya existencia está comprobada gracias a escritos de su lugarteniente Lelio o el historiador Polibio, pese a que lamentablemente se perdieron en algún momento de la Historia. Todo esto, hace que la lectura sea obligada para cualquier lector ávido de conocimientos sobre los sucesos que hicieron de Roma el imperio que fue antaño. Pero por desgracia, la sensación que queda tras leer las tres novelas es de decepción. No porque estén mal escritas, ni mucho menos, sino porque lo que aquí vemos es una visión demasiado partidista de los sucesos explicados. Es decir, sin duda Escipión se sentiría muy orgulloso al ver cómo en esta época han decidido recuperar todo su trabajo de esta manera, pero un lector algo más cínico podría pensar que es una mirada un tanto ingenua de un relato de conspiraciones que daba para mucho más.

Esto es porque en este tercer libro, se notan aún más los defectos de Posteguillo como escritor de personajes, ya que en esta ocasión tenemos más conflictos internos que batallas, siendo esto último lo que mejor se le da. Solo vemos tres perfiles claros en todos los participantes del relato: un personaje muy noble y leal (básicamente todas las mujeres responden a este perfil), un traidor desagradable y mezquino (la corte de Antioco III y los partidarios de Catón, además de este último) o un genio valiente e intachable (Escipión y Aníbal). No hay más matices, y eso resulta descorazonador a la hora de leer un relato de estas características. Cualquier acción de Publio Cornelio Escipión es justificable y su genialidad está fuera de toda duda gracias a los numerosos adjetivos superlativos que le dedica el narrador constantemente. Mientras que, sin embargo, aunque como lector se puedan comprender las acciones de Catón, éste siempre será bastante más cruel, desagradable (esos puerros apestosos) o inflexible para quien narra todo esto. No importa que ambos personajes estuvieran moralmente a la misma altura, no importa que sus acciones respondieran por sus propios ideales, el filólogo que relata la historia solo tiene palabras amables para uno y ni siquiera se molesta en dotar de realismo y ambigüedad al relato, sino que cae en un maniqueísmo que, en ocasiones, resulta incluso vergonzoso. Esa incapacidad por hacernos creíbles a los personajes, de hacerlos complejos y cercanos, desemboca en que muchos diálogos se convierten en monólogos que pretenden explicarlo todo. Por eso, los mejores capítulos los encontramos en las discusiones del Senado, donde toda esta magnificencia verbal tiene mucho más sentido.

Así pues, estamos ante un libro que si bien es interesante, es también fallido en algunos planteamientos. Santiago Posteguillo es, sin duda, un excelente investigador que ha realizado aquí un gran trabajo de recopilación que destaca muy especialmente por la forma en que son narradas las extraordinarias batallas. Pero falla a la hora de insuflar vida a sus personajes, de dotarlos de personalidad y realismo. Falla a la hora de dar una versión más objetiva de lo que ocurrió, y eso se nota especialmente si se compara al Catón que aquí vemos con el descendiente que pudimos ver, por ejemplo, en la serie de Roma de HBO. Ambos perseguían lo mismo, ambos usaron estratagemas similares, pero uno es aquí un villano de baja estofa y el otro un hombre que lo intentó todo por sus ideas. ¿Qué falla? El enfoque. Lo cual es una verdadera lástima, porque de no ser así, sería una lectura absolutamente imprescindible.

jueves, 25 de agosto de 2011

Los Soprano - Temporada 3

Me encantan las historias de mafia, por eso pensaba que esta serie iba a colmar todas mis expectativas. Pero debo reconocer que, hasta la temporada que nos ocupa, no estaba demasiado sorprendido, no porque lo visto hasta ahora esté mal o no lo considere digno de tan generosas críticas, sino porque la cadena HBO ya me había sorprendido tanto en el pasado con series como The Wire o Roma que esperaba mucho más. Una apreciación algo injusta, pues es muy difícil alcanzar el nivel de las obras mencionadas y lo cierto es que se ha dicho de todo, especialmente en el cine, sobre este tema, así que destacar en ello era, cuanto menos, un trabajo de magos. Ahora, en esta tercera temporada, veo que los juegos de prestidigitación se les da muy bien. Es en ella cuando la serie parece tomar forma, no es que antes fuera un desastre anodino, ni mucho menos, pero ahora es cuando se empieza a vislumbrar ese nivel tan excelso con el que nos tiene malacostumbrados el canal. ¿A qué se debe todo esto? ¿Cuál es la diferencia con respecto a los capítulos anteriores? En realidad no es un santo cualitativo muy notorio, pero el gusto está en los magníficos detalles y, sobre todo, en la solidez de un argumento que esta vez sí es capaz de llenar los trece capítulos de todo tipo de temas sugerentes.

Aunque, para ser sinceros, lo primero que se aprecia es una subida considerable en cuanto a violencia y temas escabrosos. La sordidez de la serie aumenta, no es que antes fuera precisamente para niños, pero es que ha llegado a un punto en el que es fácil acostumbrarse a ella. Es más, es muy posible no darse cuenta y empezar a ver muy normal los temas de adulterio, venganza, arrebatos pasionales, racismo, parricidio... Todo en la mente de unos personajes que deberían ser detestables, pero la serie se preocupa por hacer que nos resulten no ya simpáticos, sino entrañables, lo cual llega a ser alarmante e incluso contradictorio en ocasiones. Estamos hablando de unos asesinos sin contemplaciones, pero como los vemos en situaciones como en las sesiones de terapia y vemos siempre su punto de vista hasta con el propio FBI (con sus agujeros legales y su doble moral) uno no sabe muy bien con qué carta quedarse, ya que consiguen que se desee la victoria el supuesto "villano". Eso sí, el aumento de calidad puede deberse también a personajes tan interesantes y tan pasados de rosca como Ralphie (¿dónde estuviste hasta ahora, Joe Pantoliano?) o Gloria, que serían las adiciones más interesantes si no fuera porque todo gira, realmente, alrededor de Jackie Aprile Jr., el joven que dirige el principal tema de esta temporada: la hipocresía.

La más profunda que uno pueda imaginar, los personajes la llevan con absoluta despreocupación, algunos siendo conscientes de ello en todo momento. No hay quien se salve, quizá solo los jóvenes de la serie, pero por su inocencia. Los adultos, los que manejan el cotarro, los que se creen dueños y señores de todo, que están por encima de la ley y solo siguen sus propias normas, ellos solo aspiran a seguir su propio instinto, lo único que llegan a respetar es la cadena de mando, y a veces ni eso. Resulta muy curioso ver a Tony Soprano, por ejemplo, juzgando a gente que aspira a hacer lo mismo que él, buscando la forma de evitar que sus hijos y los de sus amigos más allegados sigan su mismo camino, hablando de lealtad, honor y respeto sin comulgar con ello la mayoría de las veces. Lo peor es que sus secuaces tienen conocimiento de ese carácter que ni siquiera la terapeuta es capaz de aplacar y no es que por ello sean precisamente mucho mejores. Como ya decía, nadie se salva de ello, la moral es muy relajada y la frialdad de los sentimientos de algunos es incluso terrorífica, producto de otra época, de otro tiempo, de un tipo de educación que el ciudadano medio no es capaz de empezar siquiera a entender. Pese a todo, hay quienes están atrapados en ese mundo y ni siquiera luchan por salir de él, abrazándolo y buscando la excusa perfecta para estar a gusto con ellos mismos. Y de este análisis radica, principalmente, la grandeza de esta serie y de esta temporada en concreto, que es capaz de representar todo esto con una profundidad pasmosa e incluso elegante, pese a la comentada sordidez.

Por lo tanto, estamos ante un gran análisis sobre la vida en la mafia italoamericana que poco tiene que envidiar a las grandes obras maestras de Coppola y Scorsese. Un imprescindible del que todavía queda mucho por ver en futuras temporadas.

martes, 23 de agosto de 2011

Los Nuevos Vengadores #1 a #6 - La Edad Heroica

No cabe duda de que todavía era demasiado pronto para sacar un nuevo relanzamiento de una serie tan joven, sobre todo porque ni siquiera los autores son una novedad, ya que Bendis e Immonen llevan un tiempo en ella y ni siquiera la alienación justifica el título de la colección, pues es la misma salvo unos pocos miembros nuevos. Pero lo curioso es que este es uno de esos casos en los que poco importa la falta de novedad, ya que el equipo creativo mencionado es uno de los más notables de la actualidad, en el sentido de que juntos se compenetran a la perfección y consiguen potenciar todas sus virtudes gracias a la forma de escribir de uno y la espectacularidad del otro. Y es que Immonen es uno de los dibujantes más capaces a la hora de dibujar grupos, ya que sabe muy bien cómo dotar de personalidad a cada uno de los miembros, caracterizándolos a la perfección con las poses y expresiones adecuadas, por no hablar de su forma de distribuir la acción con composiciones de página elegantes y dinámicas. Es imposible quejarse de su labor, ya que realiza un trabajo espectacular, como viene siendo costumbre en él desde hace bastantes años.

¿Por qué empezar una reseña alabando al artista cuando normalmente se habla primero del argumento? No es por hacer de menos la labor de Bendis, pero no cabe duda de que esta saga no sería la misma sin el dibujo que la acompaña, ya que, como he comentado antes, potencia el sentido de la épica del guión, que tanto necesitaba en esta ocasión unas manos tan capaces como las del dibujante que nos ocupa. Por lo tanto, estamos ante la secuela de una aventura que ya se presentó en el anterior volumen de esta colección. El dúo formado por Stephen Extraño y el Hijo de Satán vuelve a la carga debido a una crisis mágica de proporciones mastondónticas y se ve obligado a pedir la ayuda de los Vengadores, aunque sea de una forma indirecta. Nada como comenzar un nuevo volumen con una situación tan desconcertante y peligrosa, donde muchos de los miembros del grupo apenas pueden hacer algo para detenerla. Lo mejor es el desarrollo repleto de giros argumentales que, lejos de aburrir o liar la marrana, consigue enganchar al lector de principio a fin, ya que el guionista se muestra inspirado tratando a unos personajes que le vienen como anillo al dedo, para mostrar unos diálogos y reacciones muy naturales y humanas.

Aunque lo mejor de todo es que es una aventura que habría resultado sorprendentemente adecuada para un relanzamiento del Dr. Extraño, incluso sin poseer el título de "el Maestro de las Artes Místicas". Bendis, tras haberlo hecho tan mal tratando elementos místicos en la saga "Caos", se redime con la que puede ser una de las mejores sagas que haya realizado en un título de los Vengadores. Hasta el punto en que puede que sea de lo mejor que se ha visto relacionado con Stephen Extraño en mucho tiempo (que tampoco es mucho decir), ya que se podría considerar el protagonista, debido a lo íntimamente ligado que está en los sucesos acontecidos. Es difícil decir algo más de la saga sin desvelar nada, ya que juega con las revelaciones inesperadas y las mentiras de una manera habilidosa, buscando momentos totalmente originales (como cierta transformación de Lobezno o la posesión de Cage) e ingeniosos y mostrando un final ciertamente satisfactorio. Cosa extraña en el escritor, ya que suele ofrecer desenlaces anticlimáticos, pero este no es afortunadamente el caso.

Por lo tanto, se puede afirmar que la serie comienza con muy bien pie. Ojalá siga manteniendo este nivel y veamos algo más de lo que aquí ocurre, ya que hay cosas que pueden tener consecuencias para el futuro. Muy recomendable.

sábado, 13 de agosto de 2011

Marvel Héroes - Los Vengadores: Asalto a la Mansión

Al fin he tenido la oportunidad de leer una saga tan valorada como esta que nos ocupa. Y es que para muchos, los Vengadores no se comprenden sin haber leído la gran etapa de Roger Stern, que tanto admiran muchos, siendo el momento cúlmen el asalto a la mansión perpetuado por los reconocidos Amos del Mal, algo así como la antítesis absoluta de este grupo. La verdad es que comencé la lectura de este tomo con cierta cautela, ya que otra saga mejor considerada como es la de La Guerra Kree/Skrull fue toda una decepción para mí, ya que sirvió para que me percatara de lo muy poco que congenio con los superhéroes en estado puro, siempre intachables e ingenuos, con aventuras en donde logran la victoria no ya por méritos propios, sino por casualidades o porque de repente el enemigo se vuelve directamente inútil. Por suerte, infravaloré a Roger Stern, ya que puedo afirmar que se trata de un guionista que ya poseía ciertas inquietudes comunes a las de muchos en la actualidad a la hora de escribir a los personajes.

Sobre todo porque, pese a la narración clásica que posee el desarrollo de la historia, los personajes están escritos desde un primer momento de una forma bastante creíble y natural. Cierto es que cosas como retocar la continuidad para restar importancia a los actos malvados de Namor en el pasado no están justificados porque no resulta ni apropiado ni interesante, ya que siempre es mejor un personaje redimido que retocar una actitud que, aunque beligerante y en cierto modo malvada, estaba fundamentada por unas creencias que eran apropiadas por la situación ambigua en la que se encontraba el personaje. Por suerte, aunque los primeros números sean algo flojos, la situación va "in crescendo" gracias a la aparición de Zemo y la planificación de sus planes. Aunque la cosa empieza realmente a remontar en el número donde presenciamos una visita de Alpha Flight y la culminación de uno de sus argumentos, que estaban ligados a Namor gracias a la relación de Marrina con éste. Resulta curioso, sin embargo, que la cosa empiece a lo grande cuando el príncipe de Atlantis se ausenta, que es cuando comienza el asalto.

Lógicamente, eso no es casualidad, ya que Zemo lo calcula todo al milímetro y organiza un ataque conjunto donde nada es improvisado. Héroes luchan, pero caen como moscas, con una crudeza impropia de la época en la editorial, siendo Jarvis probablemente la mayor víctima física, aunque Hércules no se queda lejos en ese aspecto y Rogers es herido de una forma quizá peor. Por tanto, esta frenética y emocionante lectura hace honor a su fama, ya que Stern realiza un trabajo magnífico a la hora de dar personalidad e intereses propios a cada uno de los integrantes de esta pequeña guerra en la mansión. Y no solo lo digo por los héroes, ya que los villanos no son todos tópicos e incluso Zemo tiene sus propios motivos para organizar esa venganza personal, sin cuartel y sin piedad. Además, como decía en el primer párrafo, hay veces en que los héroes dan la vuelta a la tortilla por la repentina incapacidad de sus archinémesis, pero eso no es algo que aquí ocurra, porque si salen de esta es por el enorme esfuerzo que realizan para sobrevivir, con ayudas inesperadas y una alianza que los villanos no poseen. El grito "una vez Vengador, Vengador siempre" jamás fue tan trascendental.

Por eso mismo, es fácil recomendar, y mucho, este apasionante tomo. Puedo decir sin miedo que no es alabado por nostalgia, sino por méritos propios.

jueves, 11 de agosto de 2011

Los Soprano - Temporada 2

¿Estáis hartos de la enésima serie dedicada a las aventuras y desventuras de una familia? Pues dad una oportunidad a los Soprano, la familia mafiosa italoamericana más popular de los Estados Unidos de América. Al menos en televisión, claro, ya que siempre habrán otras tan célebres provenientes del celuloide, como los Corleone, que pueden arrebatarles el título. Pese a todo, no cabe duda de que esta serie es todo un hallazgo, ya que nos introduce de lleno en la mente de un jefe mafioso harto peculiar y contradictorio. Los guionistas están siendo muy puntillosos con todos los detalles del modo de proceder de estos magnates de los negocios, que extorsionan, matan y roban como quien compra el periódico cada mañana. En la primera temporada, nos identificamos con el bueno de Tony Soprano gracias a una serie de sesiones con una terapeuta en las que podíamos aprender mucho, y su mayor problema lo tuvo en una figura familiar de gran peso que se atrevió a conspirar contra él. ¿Qué es lo nuevo que tendrá que soportar?

Antes que nada, la temporada arranca superando viejos traumas, a la manera de Tony, claro. Esto es con mucha rabia y no demasiada cabeza, aunque al final siempre saben por donde tirar. Ahora lo que ocurre en el núcleo de la familia es, desde luego, bastante más complejo que antes. Primero, asistimos a la llegada de Richie (estupendo David Proval, habrá que seguirlo de cerca), un mafioso de la vieja escuela que va a exigir su parte del pastel en todo momento, ya que no se siente muy a gusto con el cambio de poder. Luego veremos a las hermanas del cabeza de familia, una de las cuales cobrará gran peso en la trama, como toda mujer criada en ese ámbito familiar tan poco común. Y, finalmente, Sal, más conocido como Pussy, regresa para protagonizar uno de los momentos más agrios de la serie, si no contamos con ciertos sucesos relacionados con el sobrino de Tony: Christopher, que esta vez cobra más protagonismo. Todo esto sin olvidar el remate de este explosivo cóctel de traiciones, conspiraciones y tensión: la propia familia principal, ya que hasta los hijos y la mujer tienen algo que decir.

Con semejantes rufianes a escena, no es difícil avanzar en la trama, aunque esta vez lo hace una forma bastante más lenta y menos interesante que en la temporada anterior. Es decir, al menos por los capítulos centrales, que son muy de transición, pese a que siguen poseyendo el suficiente empaque como para resultar muy completos por sí solos. Lo que ocurre es que quizá algunas cosas no saben ya a nuevo y resultan algo repetitivas, como las sesiones con la psicóloga o los ataques de rabia del protagonista, que empiezan a ser predecibles. Esto en los puntos más bajos de la temporada, claro, que aunque sean un poco más bajos, los álgidos también son muy superiores, sobre todo tanto en el comienzo como en el fantástico final, con los delirios de un Tony Soprano febril que contrasta absolutamente con el drama de los sucesos finales. También cabría destacar las escenas situadas en una Italia que se muestra menos encantadora y romántica de lo que suele parecer en algunas películas.

Por lo tanto, estamos ante una temporada ciertamente imperfecta, pero igualmente recomendable y del nivel de la anterior, lo que quiere decir que sigue siendo una serie imprescindible para todo aquel que disfrute no de acción a tutiplén, sino de buenos diálogos, mejores personajes y un desarrollo lento pero sin pausa que siempre muestra sus cartas al final, sorprendiendo al espectador como un buen jugador que nunca pierde.

martes, 9 de agosto de 2011

Marvel Héroes - Los 4 Fantásticos: En busca de Galactus

Lo mejor de este coleccionable de Panini es que nos hace descubrir, a los lectores menos veteranos, todas esas historias de Marvel de décadas anteriores que, pese a no tener demasiada repercusión, son muy interesantes y trascendentales para los personajes que las protagonizan. Por supuesto, como toda colección basada en material tan diverso, hay de todo y no siempre del mismo nivel, pero no cabe duda de que la curiosidad que desprenden algunas historias las hace meritorias de una cómoda lectura. En el caso que nos ocupa, tenemos una saga de casi once números (algo difícil de ver en los años 70) escrita por Marv Wolfman mucho antes de sorprendernos a todos con sus Crisis en tierras Infinitas o su célebre etapa en los Titanes, acompañado de un John Byrne primerizo, de mucho antes de que aterrizara en los X-men, la serie que lo catapultó a la fama. Por ello, tenemos una obra de dos autores antes de que hicieran historia en el mundo del cómic, ¿está a la altura de lo que cabría esperar de ellos?

Para empezar, lo mejor de este tomo es que no da pie al respiro. Son once números vertiginosos que sorprenden por la cantidad de conceptos e historias que podemos ver por página. Es cierto que eso no hace mejor un argumento, y que todo puede quedar algo atropellado o con un ritmo poco adecuado para lo que se cuenta. Pero la verdad es que, pese a contener toda esa verborrea típica de la época y la acción obligatoria por número, se trata de una lectura muy interesante y adictiva, que no deja nada al azar y con un Wolfman muy inspirado, lejos del nivel que mostraría posteriormente, pero que juega con muchos conceptos del universo Marvel con bastante ingenio y maestría. De hecho, lo que tenemos aquí realmente es una gran macrosaga en donde nuestros protagonistas lo pasan peor que nunca, surcando el espacio para defender la tierra de un villano implacable, todo mientras tratan de defender otro lugar, luchando por sobrevivir, con mucho sentido de la aventura y la maravilla, digno de este cuarteto fantástico. Dicho de otra manera: ojalá todos los cómics de los 4 Fantásticos mostraran historias tan completas y vertiginosas como esta.

Por desgracia, no todo es tan extraordinario como podría. Una idea con tanto potencial podría haber dado para muchísimo más, sobre todo en su clímax. Da la impresión de que si Byrne hubiese estado más implicado en los guiones, nos habría sorprendido con una batalla final entre los dos contendientes asombrosamente poderosos que podría haber sido bastante más ingeniosa y épica. Por el contrario, Wolfman se contenta con enfrentarlos a base de puñetazos, siendo más espectacular en realidad la pelea entre los 4 Fantásticos con su oponente de turno, que sucede de forma paralela. Además, la solución a cierto problema que atraviesan los protagonistas a lo largo de la historia, que sirve muy bien para crear cierta angustia y peligro aunque sepamos que se salvarán sí o sí, viene dada por un deux ex machina algo pobre que solo sirve para dar importancia a Johnny Storm y poco más.

Pese a todo, solo por sus virtudes, por lo interesante de la aventura y el dibujo de Byrne y Pollard (este último, todo un descubrimiento), ya merece la pena. No es una obra maestra y está lejos de lo que sus autores mostrarían más adelante, pero sin duda es todo un anticipo del talento que poseen, por lo es una historia del grupo más que recomendable.

domingo, 7 de agosto de 2011

Capitán América - El primer Vengador

Muy mal acostumbrados estamos últimamente por parte de Marvel Studios a la hora de visionar las adaptaciones de nuestros superhéroes favoritos. Desde que se inició el proyecto de Los Vengadores han conseguido traspasar la sensación de "universo en continuidad" a la gran pantalla. En los cómics estamos acostumbrados a que los personajes de diferentes series se crucen entre sí, pero ello resulta novedoso y atractivo en el cine, por lo que supone un plus bastante sugerente. Esto ha propiciado también a que, de un tiempo a esta parte, casi todas las películas de la editorial posean una estructura similar, de origen, desarrollo y combate final del superhéroe de turno. Lo vimos con Iron Man, con el Increíble Hulk y con Thor. El Capitán América, por supuesto, no es una excepción, como bien imaginaban muchos, aunque también estábamos con la mosca tras la oreja cuando vimos que el director de Jumanji y El Hombre Lobo, Joe Johnston, iba a encargarse de traer a este patriótico personaje al celuloide, ya que sin duda es el realizador de menos renombre de todos los que hemos visto ocupándose de las películas de superhéroes de este año.

Por suerte, existen ocasiones en las que la falta de pretensiones y la honestidad con la que se pretende llevar un proyecto juega a favor del resultado final. El Capitán América no es el filme definitivo de la editorial, y desde luego jamás dio la impresión de serlo en ningún avance o conociendo su premisa. Pero, por suerte, su simpleza y su falta de alardes no han impedido que estemos ante un producto veraniego muy agradable, con tanta carisma que incluso te retrotrae a la infancia, ya que posee todos los ingredientes, muy bien "batidos", para agradar a cualquier espectador que esté dispuesto a disfrutar de una película de aventuras como las "de antes". Porque eso es lo que es, un filme de superhéroes bastante sólido que bebe del estilo clásico de los cómics, con uno de los mejores protagonistas que hayamos podido ver en este tipo de adaptaciones. Chris Evans cumple sobradamente en su papel, faltándole quizá un poco más de dureza y capacidad de liderazgo, pero el guión ha conseguido mostrar un Steve Rogers no ya auténtico, sino muy entrañable.

Olvidaos del Capitán América del universo Ultimate, esta historia trata sobre cómo un chico de Brooklyn, sin nada más especial que valentía y nobleza, consiguió derrotar a uno de los villanos más temibles que hayan pisado jamás la Tierra: Cráneo Rojo. Quien, en posesión de algo tan aterrador y formidable como el Cubo Cósmico, pretende controlar el mundo. Con esta premisa, vemos el origen y desarrollo de un personaje que, pese a su evidente patriotismo, jamás nos parece cargante en ese aspecto. De hecho, el protagonista es lo mejor de la película, es creíble su evolución, es creíble su relación con Peggy, es creíble su transformación en icono americano (con unas escenas de gran comicidad, pero jamás sonrojantes y sí muy divertidas como homenajes de lo que fue realmente el personaje de cómic en la vida real) y es creíble su paso a la batalla contra la terrible amenaza. Hasta ahí, todo perfecto, pero por desgracia la película coge una velocidad excesiva en su tramo final, impidiendo que el villano pueda lucirse, ya que de repente solo vemos cómo frustran sus planes una y otra vez, haciendo que parezca más un pelele que un auténtico estratega. Lejos de inspirar temor, Cráneo Rojo se queda corto como verdadero némesis, pese a los enormes esfuerzos del genial Hugo Weaving. Eso sí, físicamente lo han bordado.

En definitiva, estamos ante un filme muy agradable, que encantará a aquellos que quieran ver una adaptación fidedigna, agradable y sin pretensiones. Solo para pasar un rato divertido y ver un prólogo de lo que está por venir. Ahora queda que, el verano que viene, no nos defrauden con el colofón que supondrá la unión de todos los héroes más poderosos de la Tierra: Los Vengadores.

viernes, 5 de agosto de 2011

Astonishing Spiderman & Lobezno

La idea de los team-up ha sido siempre un riesgo creativo. Dedicar una colección a dos personajes populares posee el handicap de que el autor no tiene el permiso de trastocar nada relacionado con el status quo de los protagonistas, sobre todo porque éstos suelen tener varias series regulares en las cuales se supone que debe ocurrir lo importante. Por ello, no suele ser muy interesante el hecho de que personajes con mucho marketing a sus espaldas tengan sus propias aventuras a dúo, para que ello funcione el guionista debe conseguir simplemente entretener con historias más o menos imaginativas sin que quede forzada la unión de los implicados. Un ejemplo podría ser el clásico World´s Finest, que para quien no lo sepa se trata de la colección en donde se unen los Mejores del mundo según la editorial DC, que vienen a ser Superman y Batman. Hace poco, tuvimos una serie regular de ambos, que empezó con Jeph Loeb a los guiones, en ella el guionista se atrevió incluso a cerrar algunas tramas que arrastraban los personajes en sus respectivas series, pero lo cierto es que por lo general se trataban argumentos en donde todo debía ser a lo grande y debía acabar en la misma saga donde comenzaban. Ese sentido del espectáculo y la maravilla funcionó más o menos bien (en cuanto a ventas, la calidad de las historias ya es otra cosa) y Marvel se fijó en ello, por lo que aprovechó para dar rienda suelta a sus dos estrellas más populares: Spiderman y Lobezno.

¿Y qué guionista se encargó de tan atractivo proyecto? Pues alguien que ya los escribió muy bien en su momento, Jason Aaron, concretamente en la serie regular del canadiense, en la famosa saga En mi pellejo (Lobezno v4, 48, edición española), donde ya se analizaba la relación que podían sostener dos personajes tan opuestos como estos. No obstante, tampoco es esta la primera vez que protagonizan algo juntos, ya que recientemente hemos podido ver la miniserie titulada La materia de las leyendas y muy célebre es aquel número que los unió por primera vez en los años 80 en una cabecera, bajo el título de Marea Alta. Sin embargo, podríamos asegurar, sin temor alguno de equivocarnos, que jamás habían protagonizado juntos una aventura tan entretenida e impactante como la que nos ocupa. Con el nombre de Otro bonito follón, Aaron da rienda suelta a su vena cómica, sin dejar de lado la épica y la introspección, con un grandísimo uso de la continuidad, para ofrecer uno de los trabajos más completos que haya realizado nunca este diamante en bruto en la editorial Marvel. De hecho, me resulta imposible pensar que pueda superarlo en un futuro, porque esto es lo que podría llamarse un momento culmen de su carrera en la Casa de las Ideas.

¿Suena exagerado? Puede ser, pero en un tiempo en donde el decomprensive storytelling está a la orden del día, en el cual seis números han dejado de ser demasiados para narrar una sola historia, la verdad es que sorprende que aún exista un autor que esté dispuesto a meter una enorme cantidad de conceptos por viñeta. Y es que Aaron consigue aunar lo mejor de todos los autores notables de la actualidad: una imaginación desbordante a la altura del Morrison más inspirado, el conocimiento de conceptos del universo Marvel que posee Hickman, la provocación de Mark Millar cuando en ello era insuperable y un tratamiento de personajes que recuerda al mejor Peter David. Lo mejor de lo mejor en una sola saga que es tan fascinante como entretenida, cuya premisa podría ser una chorrada absoluta si no fuera por lo ingenioso que es el desarrollo. Nunca una saga sobre viajes en el tiempo y futuros alternativos había sido tan bestia y atractiva como esta, y para colmo todo tiene sentido y nada resulta gratuito, siendo una historia valiente y arriesgada, absolutamente impredecible con un buen puñado de giros argumentales sorprendentes. Es más, podría decirse que se realiza la mejor historia jamás escrita para cierto villano que debería ser rescatado más veces porque es perfecto como excusa para aventuras de este estilo.

Si a todo esto añadimos a un Adam Kubert pletórico, dándolo todo y a un nivel como hacía tiempo que no le veíamos, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que se trata de una cita imprescindible para cualquier aficionado de Marvel que se precie de serlo. No solo refiriéndonos a aquellos que disfrutan con las historias de Spiderman y Lobezno como protagonistas, no, ya que el tomo abarca mucho más. Lo dicho, una joya destinada a convertirse en un clásico moderno.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Los Soprano - Primera Temporada

No sé qué tendrá la mafia italiana y los romanos antiguos que siempre que hacen algo minimamente decente con ellos, ya me tienen enganchadísimo y más que convencido. Rectifico, no es ya que el tema de la organización familiar con crímenes, conspiraciones y progenitores deseosos de mantener el poder me fascine, sino que da tanto juego que los mejores guionistas ven ahí un gran tapiz con el que jugar y dar forma a sus mejores y más retorcidas ideas. Este puede ser el caso de la fabulosa historia de Mario Puzzo: El Padrino, o la mayor parte de la filmografía que hizo famoso a Scorsese, con Uno de los Nuestros y Casino a la cabeza. Ahora, además de mencionar a la familia Corleone, a la dinastía de los Julios que tanto nos encandiló en series tan magníficas como Roma o Yo, Claudio... también me veré obligado a hablar de los Soprano cuando entable una conversación sobre las mejores historias relacionadas con este ambiguo y siempre interesante mundillo.

Pero no nos apresuremos, lo mejor de esta primera temporada de la serie es que cuenta con un recurso argumental que aprovechan al máximo para que nos impliquemos tanto moral como emocionalmente con el patriarca de la familia: Tony Soprano, que sufre varios infartos que le obligan a asistir regularmente, y a mala gana, a una serie de sesiones con una psicóloga. ¿En qué repercute todo esto? Pues en un seguimiento no ya de los sucesos que veremos en esta familia de gangsters italoamericanos, sino también del carácter y la personalidad de tan contradictorio personaje. Porque la serie no nos engaña en ningún momento, Tony no es ningún santo, está muy lejos de serlo y sus métodos son tan implacables como sus impredecibles ataques de furia. Pero de alguna manera, conociendo todos los pormenores, sabiendo exactamente como piensa, asistiendo a sus sesiones de psicoanálisis en las que él mismo se pone a prueba, es muy difícil no ponerse de parte de ese pedazo de hijo de puta.

Además, tampoco es que el mundo que le rodea sea mucho menos hostil: familiares obstinados a perpetuar ciertas costumbres que apenas le dejan pasar una, hipocresía por parte de una obstinada ley que siempre deseará colgarse una medalla, sicarios que pueden dejar de serlo a la menor ocasión, otros capos que esperan su momento para conseguir nuevos territorios, etc. No engañaré a nadie, pese a todo este cúmulo de elementos típicos del género, el estilo episódico es algo más culebronesco de lo que uno podría imaginar, más ligado a los sentimientos del protagonista y secundarios que a los negocios en sí. Pero jamás de una forma fácil, ya que todo está entrelazado de una manera u otra, creando un terrible puzzle que aquí empieza a tomar forma con las féminas más cercanas a Tony, sobre todo una en concreto, no diré quién específicamente, pero el desarrollo de cómo se va complicando la vida del mafioso a partir de habladurías aparentemente casuales es de lo mejor que nos ofrece esta adictiva temporada.

Y ya en resumen, que he hablado demasiado, no quiero acabar la reseña sin recomendar, como es lógico, esta serie. Pero lo mejor es que todavía no ha hecho más que empezar y estoy deseoso por ver qué más puede ocurrirle a esta atípica familia.